El Papa Francisco falleció hoy, a las 7:35 horas en la Ciudad del Vaticano, según anunció el cardenal Kevin Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.
La causa oficial de muerte fue una crisis respiratoria asmática, producto de una bronquitis previa mal resuelta y una neumonía bilateral que sufrió en los últimos meses.
El Papa Francisco había estado hospitalizado en febrero pasado debido a una bronquitis infecciosa de origen polimicrobiológico y había sido dado de alta después de 40 días bajo cuidado médico.
A pesar de su delicada salud, el Papa mantuvo una actitud serena y entregada a la oración y al acompañamiento espiritual hasta sus últimos días.
La muerte del Papa Francisco ha generado una ola de reacciones en todo el mundo, con famosos y líderes religiosos rindiendo homenaje a su legado.
El Papa Francisco deja un legado imborrable como un pastor cercano, un reformador incansable y un símbolo de esperanza para creyentes y no creyentes.
Durante su pontificado, promovió reformas estructurales dentro del Vaticano, defendió a los migrantes y habló a favor de una economía más equitativa.
Seis meses después de ser elegido como jefe de la Iglesia católica, el papa Francisco hizo una sorprendente confesión.
Un sacerdote jesuita estaba entrevistando a Francisco cuando se salió de la lista de preguntas preaprobadas y le preguntó, refiriéndose a él por su nombre de nacimiento: “¿Quién es Jorge Mario Bergoglio?”. Francisco lo miró en silencio antes de responder.
“Soy un pecador”, dijo Francisco en la entrevista de 2013. “Esta es la definición más precisa. No es una figura retórica, o un género literario. Soy un pecador”.
Gran parte de la cultura católica está arraigada en esta idea de que el papa siempre es infalible. Decir que era un pecador significaba que reconocía su falibilidad, y esa declaración, fue una señal de humildad. El papa Francisco no ratificó el matrimonio entre personas del mismo sexo, no presionó por la ordenación de mujeres como sacerdotisas ni desató una revolución liberal en la Iglesia católica.
El pontífice, quizás decepcionó periódicamente a algunos de sus seguidores más progresistas en la Iglesia. Un crítico dijo que Francisco “era en el fondo un conservador” que tenía la costumbre de lanzar una idea progresista y luego enfurecer a la izquierda al retroceder tan pronto como esa idea enfrentaba una reacción por parte de la derecha.
Sin embargo, la mayoría coincide en que Francisco sigue haciendo honor a su apodo de Gran Reformador. Dicen que deja atrás un legado progresista que transformó la Iglesia católica para sus 1.400 millones de seguidores. Ese legado se centra en un cambio transformador, dicen: Francisco cambió la forma en que los católicos hablaban entre sí y en qué temas se enfocaban.
Antes de Francisco, muchos líderes de la Iglesia católica se centraban en cuestiones de la llamada batalla cultural como el aborto y la anticoncepción. Francisco elevó el cambio climático a una cuestión moral, denunció al capitalismo desenfrenado y aumentó la transparencia financiera dentro del Vaticano.
También presionó a los líderes de la Iglesia para que escucharan más a los feligreses en lugar de simplemente emitir edictos, y declaró: “Nosotros, los sacerdotes, no somos los jefes de los laicos”.
Inspiró gran parte de este cambio a través de dos atributos personales distintivos: una humildad refrescante y una compasión por todos que lo llevó a ser llamado el Papa de las Periferias —un líder que habló y actuó en nombre de grupos tradicionalmente marginados por la Iglesia—.
El enfoque de Francisco se hacía evidente en su comportamiento. Tal vez eso se debía a su lugar de origen. Fue el primer pontífice de América Latina. Aportó una calidez y accesibilidad pastoral a la papalidad que estaba ausente en sus dos predecesores: el papa Benedicto XVI y el papa Juan Pablo II.
Parte de esa humildad provino de su capacidad para admitir errores, dice ella. Una vez se disculpó por los comentarios que hizo defendiendo a un obispo acusado de encubrir abusos sexuales por parte de miembros del clero.
También se disculpó con las supervivientes de escándalos de abuso sexual clerical.
También amplió el atractivo de la Iglesia a través de su trato cercano. En lugar de los autos de lujo utilizados por sus predecesores, se movía en un sencillo Ford Focus. Se lo veía feliz de posar para selfies con admiradores. Y buscó construir puentes con otras religiones. “Todas las religiones son caminos hacia Dios”, dijo una vez.
Francisco impulsó un tipo diferente de catolicismo en el ámbito público. Era alguien que apelaba tanto a no católicos como a católicos. Era simplemente una persona decente.
Puede que haya sido el primer “papa digital”, pues condujo a la Iglesia hasta nuevas fronteras de otra manera: muchos lo vieron como el primer “papa digital”.
Mientras que Jesús usó parábolas y el apóstol Pablo cartas, Francisco usó las redes sociales para difundir el Evangelio.
Fue el primer papa en utilizar Facebook Live y el primero en compartir una encíclica (una carta papal escrita a los obispos) a través de una cuenta de Twitter. Una vez dijo que Internet era un “regalo de Dios”. Tenía más de 53 millones de seguidores en nueve cuentas oficiales de Twitter —o X— en múltiples idiomas y otros 10 millones de seguidores en Instagram. Una vez lo describieron en un titular como una “estrella de rock de internet”.
En cierto modo, Francisco fue el papa perfecto para la era de las redes sociales. No temía desafiar a personas e instituciones poderosas con acciones y comentarios que a menudo se viralizaban y generaban memes.
Denunció la demonización de los inmigrantes no blancos por parte del presidente de EE.UU., Donald Trump. Y, en un movimiento perfecto para captar la atención en un espacio mediático abarrotado, viajó a una isla del Mediterráneo donde se habían perdido las vidas de muchos inmigrantes. Al llegar, celebró una misa en un altar hecho de botes de refugiados.
También era conocido por soltar bombas progresistas. Al principio de su papado, dijo que los ateos pueden ir al cielo si llevan vidas honorables. Ese mismo año también dijo: “Si alguien es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgar?”.
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Francisco tambien explicó su temperamento progresista.
Cuando se le informó que algunos obispos conservadores en EE.UU. se habían quejado de que estaba cambiando la doctrina de la Iglesia en una dirección liberal, respondió diciendo que el término “conservador” puede definirse como alguien “que se aferra a algo y no quiere ver más allá de eso”.
“Es una actitud suicida”, agregó. “Porque una cosa es tener en cuenta la tradición, considerar situaciones del pasado, pero otra muy diferente es estar encerrado en una caja dogmática”.
¿Por qué el legado progresista de Francisco va a perdurar?
El legado de un papa no solo depende de lo que hace. También depende de algo más: ¿Designó suficientes aliados como obispos y miembros del Colegio de Cardenales?. Los papas son elegidos por el Colegio de Cardenales, los líderes más altos de la Iglesia después del pontífice, y de esta manera un papa puede influir póstumamente en la doctrina de la Iglesia y en la selección de su sucesor.
El criterio para quienes eligió para el Colegio Cardenalicio y nombró obispos era que fueran ante todo pastores, en referencia a los cardenales que se definen principalmente como servidores del pueblo. “No son burócratas de carrera ni aspirantes a la cima, sino más bien comprometidos con sus feligreses. Son humildes y no se toman a sí mismos demasiado en serio”.
Esa descripción también proyecta el brillante intelecto del papa Francisco —los sacerdotes jesuitas son conocidos por ser los pesos pesados intelectuales de la Iglesia— muchos católicos pueden recordar más su cálida sonrisa y su manera afable.
Detrás de esa sonrisa, sin embargo, había un reformador decidido.
Sobre la necesidad más urgente que enfrentaba la Iglesia contemporánea, dijo: “Veo claramente que lo que la Iglesia necesita más hoy es la capacidad de sanar heridas y calentar los corazones de los fieles; necesita cercanía, proximidad”.
“Veo la Iglesia como un hospital de campaña después de la batalla. Es inútil preguntar a una persona gravemente herida si tiene colesterol alto y sobre el nivel de sus azúcares en sangre. Tienes que curar sus heridas. Luego, podemos hablar sobre todo lo demás”.
Francisco llevó esa calidez a millones de católicos en todo el mundo. Es una medida de su impacto que se le echará de menos no solo por los católicos, sino por muchas personas que ni siquiera creen en Dios.
En una época de autoritarismo brutal, el papa Francisco ofreció un tipo de liderazgo diferente. No era el papa que vivía en un palacio. Era el papa que parecía más conmovido por quienes vivían en las periferias.
Será sepultado en la Basílica de Santa María La Mayor, según fue su deseo.
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